sábado, 31 de enero de 2015

— Se acabó.

Para Beatriz Ramírez García. 

Bueno, llevo ya mucho tiempo sin dejarme caer por aquí. Quizás ese fue uno de los motivos por los que dejó de tener sentido todo esto. Pero se acabó. Han sido casi dos años increíbles. No sabéis lo que me jode ver ese casi ahí. Casi dos años de verla a diario. Hablar con ella a diario y tenerla en mi pensamiento a diario. Han sido casi dos años increíbles, la verdad, y no me cansaría de repetirlo. 

Escribo esto minutos después de que haya pasado todo. La verdad es que el final nunca lo ves venir y te da en la cara. Supongo que ahora empezarán a cobrar sentido todas esas canciones otra vez. Y volveré a sentirme como otrora me he sentido siempre. Pero he aprendido muchas cosas. He aprendido el significado de un amor puro, sin mentiras, sin engaños. Un amor del que jamás me habría cansado de experimentar. Pero por desgracia el amor es cosa de dos y hay que respetar las decisiones que se toman. Que no son fáciles.

De estos dos años me quedo con eso, con saber que lo que hacíamos lo hacíamos porque realmente queríamos. Que aunque no hiciéramos demasiadas cosas ni estuviéramos llenos de vivencias exóticas, supimos dónde pisar en cada momento. Rotos quedan muchos sueños del futuro. La decoración de nuestra casa, el nombre de los hijos que jamás tendríamos o simplemente un concierto la semana que viene. Rotos quedan demasiadas cosas que jamás me habría gustado ver inacabadas. Pero es así.

Y he de seros sinceros cuando digo que me siento peor por ella que por mí. Que me siento infinitamente peor sabiendo el calvario por el que está pasando. Calvario en el que me encantaría estar con ella a su lado para que no fuera tan duro. Pero no puedes. Y joder, eso es lo que verdaderamente me mata. Que es tan frágil y solitaria que todo esto se le ha debido venir encima, y yo he sido tan idiota como para no intentar evitarlo. Pero bueno, supongo que si supiéramos realmente la consecuencia de nuestros actos todos seríamos perfectos. Y esto es una muestra de que nada lo es eternamente. 

Lo siento. Me habría encantado que esto hubiera durado para siempre, pero no es así. No sé cuándo llegarás a leer esto, ni siquiera sé si lo leerás en algún momento, y sinceramente, espero que no lo hagas jamás; y menos ahora. Pero quiero que sepas, allá donde estés, que reservo un espacio gigantesco en mi memoria y en mi corazón para ti. Que no podría desearte nada malo, y que solo encuentres la feliz allá donde vayas. Porque te la mereces. Y siento que en numerosas ocasiones no he sido capaz de hacértela sentir. Te quiero muchísimo.

martes, 2 de septiembre de 2014

Día 7.

 — Por fin has llegado.
 — Se me ha hecho eterno.
 — Más a mí.
 — No lo creo.
Se miraron. Sonrojados. Con miedo al qué decir.
 — ¿Qué tal?
 — ¿Andamos?
 — Vale.

No supieron muy bien dónde dirigían sus primeros pasos. La luna se dejó ver. Un gato se les cruzó. En algún punto del universo una estrella nació.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Día 6.

Y ya ha llegado el día. Por fin. Un día muy especial para mí. 20 años. Y lo mejor es que he visto ya uno junto a ti. Esto es algo que no he podido decir nunca. Eres mi compañera, mi confidente y mi consejera. Eres mi mejor amiga. Eres todo lo que un hombre puede desear de una mujer. Eres mi amor. Eres mi vida.

Este cumpleaños no sería ni la mitad de emocionante si no fuera por ti. Porque sé que estás ahí con un regalo increíble y tu mejor sonrisa solo para verme sonreír. Eres increíble. Solo quiero despertarme y saber que estás ahí felicitándome. Deseando vernos. Espero esta cena como nunca he esperado ninguna cena. Te amo.


Estoy llegando. Sal.

Día 5.

Y recuerdo las primeras discusiones. Cuando todo parecía que acabaría allí mismo por cualquier berrinche. Y me enseñaste que no. Que las cosas no se acaban de la noche a la mañana. Hasta entonces vivía creyendo que una discusión tonta acaba con todo. Pero llegaste tú para decir no. Entonces cualquier discusión queda vacía si después de cada una está esa reconciliación. Ese abrazo en el silencio y esa respiración que pone fin a todo lo habido. Y es como si nada. La convivencia es dura, ya lo dicen las viejas lenguas, pero contigo se hace realmente fácil. Ojalá despertar cada día junto a ti. Ojalá vivir en tu día a día. Ojalá las discusiones si después está ese abrazo y ese te quiero. Porque, bueno, te quiero.


Ya estaba cerca, pero el camino se hacía eterno. Y recuerdo la primera entrada del blog, una que jamás llegué a publicar y recordé aquel mismo día. 

"No voy a decir que mató mi rutina. Apareció sin más. Puede que fuera la primera vez en que realmente la buscaba. Y sabía que existía incluso antes de que apareciese. Pero, en realidad, creo que nació aquella noche en que ambos nos topamos semi borrachos para hacer el imbécil un rato, y recordarlo durante años."
9 de enero de 2013.

jueves, 28 de agosto de 2014

Día 1.

— Ya no escribes, ¿a qué te dedicas ahora?
— No tengo mucho tiempo - mentí.
— No tienes ideas.
— Te tengo a ti.


Los vasos siguieron acumulándose. Las idas y las venidas. El no andar para recorrer kilómetros. El deseo recorriendo cada uno de mis dedos asiendo ese cuerpo que dormita junto a mí. El verano nos arrolló como un tren en marcha. Ahogándonos en este frío. Somos dos gaviotas que se posan en el tendido eléctrico tendiendo nuestros pensamientos al sol. Pero no pensamos nada. Simplemente sabemos estar. Hoy es el primer día. Kilómetro 0.

Recogió sus cosas y salió de allí.

Día 3.

Creo en ese silencio que hay después de decir cualquier chorrada que anticipa un te quiero. Ese silencio, en tu cama, hace apenas unas horas, esperando el momento justo para decirlo. Creo en ese momento en el que mi pecho se acelera al verte, al pensarte, al olerte. En el que el reloj se detiene cuando se cruzan tu mirada y la mía. Que aún creo un poquito en que todo esto es un sueño, que es demasiado bueno para ser verdad y que en cualquier momento despertaré en mi cama solo. Pero no es así. Es real. Y es cuando me despierto, giro en la cama y te observo ahí, eterna. Mi corazón vuelve a acelerarse y el reloj quiere detenerse. Si tan solo dejase de girar unas vueltas para ser realmente infinitos. Y perdurar y perdurar. Juntos hasta el final.


Me cruzo un par de gatos. Aquellos primeros te quiero camuflados en un lenguaje extraño.

Día 2.

E hicimos un año y medio. 1'6. De la mejor manera en la que se puede celebrar un año y medio: borrachos de ron y besándonos en una cama llena de calor. Andar por las calles oscuras acompañados de mis mejores amigos, y de los que poco a poco se van convirtiendo en aquellos con los que te gusta estar. Al fin y al cabo, no sabemos montárnoslo tan mal. — ¿En qué piensas? — Ya mismo dos años... y tres... y cuatro... 


Las calles están oscuras. El mundo duerme. No para nosotros.